Trappe de Bricquebec
La Trappe de Bricquebec (conocido con el nombre Providencia) es un queso producido a partir de mediados del siglo XIX por los monjes trapenses de la abadía de Bricquebec, fundada en 1824 por Dom Augustin Humphrey, en un pequeño pueblo en el Cotentin.
El éxito de este queso no se hizo esperar, especialmente en el área de Cherbourg, pero pronto los monjes pensaron en distribuir sus quesos en un área geográfica mayor, para ello firmaron un acuerdo con el señor Lee y su compañía «La Casa de la Providencia» otorgándole el derecho exclusivo de vender el queso en París. Este distribuidor fue un celoso servidor de la distribución de los quesos con el nombre de «queso de la Providencia» y así es como se le conoce en muchos mercados parisinos actualmente.
La producción de ganado impulso y continuó creciendo hasta la segunda guerra mundial.
El período de la posguerra fue más difícil para la abadía. Ella había hecho frente a la competencia de muchas empresas que se embarcaron en la producción de queso Saint-Paulin de leche pasteurizada, además de banalizar el producto se hizo menos popular. La situación se hizo cada vez más inmanejable para los monjes, que en 1961decidieron parar la producción de queso. A continuación, se vendió el nombre de «Providence» a la cooperativa lechera Valognes «Valco» para así poder centrarse en la producción de ganado, principalmente porcino, y su transformación (charcutería).
Es un queso elaborado con leche de vaca, prensado no cocido, originalmente a base de leche cruda, actualmente pasteurizada, con 45%, de materia grasa, y envejecido durante un mínimo de 6 semanas en las bodegas locales, con un peso promedio de 250 gramos, que se comercializa en forma de una pequeña rueda de 22 cm. de diámetro.
Este tipo de queso tiene un sabor muy propio. La pasta cremosa debajo de la corteza produce un ligero sabor a nuez, que da paso a un final decididamente especiado.
Para complementar este perfil de sabor, las cervezas belgas estilo trapense y la sidra inglesa funcionan muy bien, con pan, fruta y frutos secos resultan acompañamientos muy adecuados.