Tomme du Kamouraska
El Tomme du Kamouraska lo elaboran Rachel White y Pascal-André Bisson propietarios de la Fromagerie Le Mouton Blanc à La Pocatière. Situada en Bas-Saint-Laurent. Ambos están graduados en agricultura en el Instituto de Tecnología Agroalimentaria de Saint-Hyacinthe, además de haber ampliado sus conocimientos realizando cursos en Francia, más concretamente al País Vasco. La quesería que se fundó en el año 2004 está construida sobre la ladera de una montaña y posee dos salas de maduración subterráneas, por lo que puede controlar la temperatura de una manera natural. Rachel cuida a las ovejas, mientras Pascal-André utiliza su leche para la elaboración de sus quesos.
El queso lleva en nombre de Kamouraska que es un municipio cercano a la granja situado en la orilla sur del río San Lorenzo. Ha sido nombrado uno de los 20 pueblos más bellos de la provincia de Quebec.
El Tomme du Kamouraska es un queso artesano y semiblando con una corteza natural. Se elabora exclusivamente con leche cruda de ovejas de la raza Lacaune, rebaño de la propia granja.
Su sabor único es el resultado de su larga crianza de 4 meses, durante los cuales desarrolla una corteza de color gris-marrón que es áspera y curtida, tiene un olor mohoso, debido seguramente al moho Geotrichum. Su pasta es semi blanda, de un bonito color amarillo intenso, su sabor es ligeramente salado, con algunas notas a nueces al final, con la textura cremosa típica de los quesos de oveja.
Dependiendo de la temporada y solo esporádicamente se dejan madurar más de 8 meses, estos quesos llamados “Reserva” con el tiempo ganan en profundidad de matices y se vuelven más secos y deliciosos.
El queso se comercializa en forma cilíndrica con un peso de 2,5 kg.
El Tomme du Kamouraska ganó el gran premio en el Festival de Queso Warwick en el año 2006.
Se trata de un queso que se podría asociar con una ensalada verde, fruta fresca y pan francés para una comida de verano. O bien, disfrútalo en rodajas finas para descubrir la delicadeza de queso de leche cruda de oveja.
Gracias
Tus halagos son inmerecidos, pero siempre agradables de leer.
Martí
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