St. Bernardus
La producción del queso St. Bernardus comenzó hace más de un siglo en el “Refuge de Notre Dame de St. Bernard” en Watou. En 1930 la quesería se trasladó a Trappistenweg, donde hasta el día de hoy se elabora la famosa cerveza St. Bernardus.
Una política anticlerical que se produjo en Francia a principios del siglo pasado, provocó que la comunidad abacial de Catsberg, en Godewaersvelde, en el norte de Francia, se trasladara a Watou, situada unos kilómetros más lejos, pero en Bélgica.
Allí se instaló una granja con el nombre de «Refuge de Notre Dame de St. Bernard» cuya actividad principal era la fabricación de queso. El producto de la venta de estos quesos financiaba las actividades de la abadía.
En el período posterior a 1930, la actitud hacia el clérigo en Francia mejoró y en 1934 decidieron deshacerse de la delegación belga y devolver todas las actividades a Francia.
El Sr. Evarist Deconinck se hizo cargo de la quesería de los monjes y la amplió aún más. El queso principal se vendía bajo la marca St. Bernard Watou.
Poco después de la Segunda Guerra Mundial, los monjes de la abadía trapense de Westvleteren empezaron a buscar alguien que comercializara sus cervezas porque ya no querían hacerlo ellos mismos. En la actualidad este queso lo elabora Belgomilk en Moorslede.
El St. Bernardus es un queso de leche pasteurizada de vaca, semiduro de sabor cremoso y suave. Este queso de corteza marrón, y que se lava con cerveza negra abadía Saint Bernardus, madura durante seis semanas en bodegas húmedas, lo que garantiza un sabor pleno, suave y cremoso.
El queso St. Bernardus es cremoso, con cuerpo y de sabor suave. Gracias a su sabor a avellana, el St. Bernardus puede considerarse con razón un queso con carácter. La receta tradicional y la maduración confieren a este queso un sabor ligeramente picante y un carácter auténtico. Una auténtica sensación gustativa en la que se saborea simplemente el terruño de Flandes.
Este queso belga fue galardonado con la medalla de plata en el concurso internacional de quesos.
Puede servirse con pan y encurtidos o en un bufé de quesos. También puede cortarse en lonchas para bocadillos calientes, hamburguesas o patatas asadas. Podemos rallar los quesos más viejos para hacer sopa de queso o platos gratinados. Por supuesto acompáñelo con un delicioso vaso de cerveza trapense.