Pavé de Paris
Este queso se elabora artesanalmente en una granja ecológica no muy lejos del famoso castillo de Rambouillet, que albergaba una lechería modelo construida para María Antonieta durante el reinado de Luis XVI.
La quesería en cuestión es la Ferme de la Tremblaye. La granja en la que se produce queda a orillas del bosque de Rambouillet, concretamente en la población La Boissière-École en el departamento de Yvelines región de Isla de Francia.
Desde 1967, la Ferme de la Tremblaye ofrece quesos artesanos de vaca y cabra. Su ecosistema autónomo, perenne y saludable, motivó en 2008 la adopción del modelo de la agroecología inspirado en el cercano bosque de Rambouillet.
La Ferme de la Tremblaye ahora controla todas las etapas de la producción de sus quesos de granja, desde el cultivo de forrajes en agricultura ecológica hasta la maduración, pasando por la cría de animales, la producción de quesos a partir de leche de granja.
El Pavé de Paris es un queso «fermier» (de granja) elaborada a partir de una mezcla armoniosa de leche entera y pasteurizada de vaca y cabra, de pasta semiprensada sin cocer y corteza cubierta de carbón vegetal comestible.
Tiene la forma y apariencia de un gran adoquín, idéntico a los de las calles de París y un símbolo icónico de la historia de la capital francesa. Un sinónimo de revolución, encarna hoy una revolución agroecológica. Pesa aproximadamente 1 kilogramo.
Su corteza negra, por el carbón, está bellamente esculpida con hendiduras y protuberancias y está recubierta de un vello blanco grisáceo de moho, que le da un aspecto muy realista del granito de los adoquines parisinos.
Su pasta, densa y flexible, revela un veteado blanco y amarillo obtenido gracias al delicado ensamblaje que se deposita alternativamente de cuajada de leche de vaca y de cabra durante el moldeo.
En nariz, Pavé de Paris ofrece un ligero olor a bodega fresca.
En boca es un queso equilibrado con notas frutales en el corazón y sabores francos y minerales en la corteza.
El periodo óptimo de maduración es de unos 3 meses, pero a algunas personas les gusta disfrutarlo durante mucho más tiempo.
¿sabías? Que los primeros adoquines de París fueron de piedra arenisca y procedían de las canteras de Fontainebleau.
Sugerencia para servir: Aquí hay mucho que explorar, ¡no dude en experimentar! Si no sabe por dónde empezar, la miel es un maridaje sencillo pero delicioso. Para una combinación más atrevida, le recomendamos probarlo con melón y jamón serrano e incluso con fresas maduras. Si le apetece una pasta, le recomendamos la de albaricoque y almendra.
Cuando se trata de maridajes de vinos, le sugerimos optar por algo ligero y brillante, tanto si se aventura en el mundo de los tintos como de los blancos.