Pañuelo de Uga
La isla canaria de Lanzarote puede presumir de quesos de cabra excepcionales. Una visita allí no está completa si no disfrutamos de estos regalos para el paladar, bien semicurados o ahumados, con gofio o de pimentón. Un lujo sensorial que se acompaña de cultura y, cómo no, vino de la tierra.
La Finca de Uga en Yaiza es una de las queserías más activas de Lanzarote y se puede visitar. Es una granja donde elaboran quesos muy reconocidos (incluso premiados en multitud de ocasiones). Su cabaña de cabras majoreras es de las más prestigiosas de Canarias. Tradición y sostenibilidad, innovación y calidad, esfuerzo y superación, son conceptos que definen a la perfección la realidad de la filosofía de Finca de Uga.
Esta explotación ganadera, fundada a finales de 2006, cuenta con un total de 1.000 animales, como son el Cerdo Negro Canario, la Gallina Campera Negra Canaria, la Cabra Majorera, la Oveja Canaria y la Vaca Jersey que viven en contacto directo con el campo y en un ambiente limpio. Suena música durante el día, creándose así un ambiente armonioso y relajado entre los animales. Su sistema de producción persigue la sostenibilidad, con el objetivo principal de garantizar el máximo confort y bienestar de los animales, llevar un riguroso control de la alimentación y mantener una correcta higiene, para conseguir así, una materia prima de máxima calidad. Por todo ello, el esfuerzo, dedicación y mimo con el que obtienen y transforman su leche, ha conseguido que sus quesos sean avalados por premios de relevancia a nivel nacional e internacional.
El Pañuelo de Uga es un queso de leche cruda de cabra majorera y oveja canaria, de pasta prensada con corteza natural con pintura marrón claro y, tratada con aceite de oliva.
Tiene forma paralelepípeda, globosa, con los bordes redondeados y la cara superior muestra unas estrías radiales marcadas, en la que sobresale un pequeño pezón característico en el centro de la cara, debido al anudado de la tela o cedazo utilizado como molde.
Su coagulación es mixta, con fermentos lácticos y con el cuajo animal. Tiene una maduración aproximada entre 1 y 3 meses. Textura cerrada muy uniforme, de color crema blanquecina intenso, sin prácticamente ojos, y con los pocos que tiene diminutos. Al tacto se muestra algo rugoso, con una humedad muy débil y nada granuloso, teniendo una nula elasticidad. Olfativamente tiene una intensidad baja y nos recuerda a olores lácticos y animales, sobre todo caprinos. Las sensaciones en boca, es firme, desmenuzable, masticable y harinoso, además de ser adherente y seco. Su sabor nos recuerda a la familia torrefacta, con notas a caramelo tostado, dejando después a notas florales y frutos secos-nueces, nada ácido y nada salado. Su persistencia media y nada astringente, ni picante. Retrogusto más salado, pero equilibrado, con un fondo floral muy agradable.
Para degustar toda la riqueza de sabores se recomienda el consumo a temperatura ambiente. Una vez llevado a la temperatura adecuada es un excelente queso de mesa, apto para ser consumido después de una comida acompañado de un buen pan. Combina bien con frutos secos crudos (almendras, avellanas) o con fruta fresca semidulce o ligeramente ácida. En una ensalada también es una opción muy acertada. Y por supuesto es excelente en una tabla de quesos. Maridado con vinos blancos Malvasias de la zona.