Mekkerbeck
La historia de este queso se inició en 1979 en una granja en Westmalle en el norte de Bélgica, donde Paul D’Haene y su esposa Veerle cultivaban vegetales orgánicos. Su pasión por las cabras comenzó con su primera cabra, a la que llamaron Marie. Paul dice, «la cabra es la vaca de los agricultores pobres» y esto es especialmente cierto en Bélgica, donde el queso de cabra es
muy minoritario y poco frecuente, entre tantos quesos de leche de vaca. Paul y Veerle tienen en la actualidad más de 200 cabras y producen una variada gama de productos lácteos.
En la actualidad, elaboran sus quesos en Lichtaart, justo al norte de Amberes. Sus cabras comen heno durante los meses fríos y apacientan en los pastos durante los meses más cálidos. Su Mekkerbek es una especie de Valençay Belga aunque con un formato más grande de pirámide.
Este queso de cabra fresco, tiene una piel delgada de corteza húmeda y cubierta con carbón comestible, de textura cremosa, una hermosa pasta blanca, de sabor herbáceo, con notas florales y un persistente final.
El Mekkerbeck es ideal para salsas y pizzas, me encanta un buen trozo de este queso de cabra, servido con pan caliente sobre la ensalada y verduras.
Sé que a algunas personas no les gustan los quesos de cabra, y mi recomendación sería la de seguir intentándolo, ya sea con este, o con nuevos quesos de cabra, puede ser que encuentre uno que le guste, o en todo caso estará en el proceso de adquirir gusto por ellos.