La Pelta
Este queso lo elabora la Fromagerie Le Bois d’Amalthée, (El Cuerno de Amaltea, en español) en su granja Mas La Farge. La historia de la quesería comienza en 1996 en Cazillac, en el norte del departamento de Lot, en el punto de intersección de las tres regiones; Quercy, Auvernia y Périgord. Tres socios, Sandrine, Franck y Thierry deciden unirse en torno a una profesión y una pasión: criador, productor y quesero, para hacer queso de cabra con la leche de su rebaño. Desde entonces, otras seis personas se han unido a ellos para producir anualmente 50 toneladas de queso con la leche de sus 250 cabras, a la que se añade la leche recogida en las granjas vecinas. Todos los quesos se elaboran con leche cruda y se moldean a mano, se refinan en el lugar y se voltean diariamente.
Como buenos afinadores, supieron cómo adquirir y desarrollar su saber hacer para dar forma a los quesos llenos de autenticidad y originalidad para un placer garantizado. Y siempre con el mismo entusiasmo se sienten orgullosos de mostrarles los quesos y un modo de producción respetando la naturaleza y las estaciones. Ellos elaboran una variedad única de quesos originales y tradicionales. Esta selección de quesos se extiende desde los grandes clásicos ineludibles hasta las especialidades más sorprendentes, como este La Pelta. Tanto el nombre de la quesería, como el símbolo del cuerno de la abundancia dibujado con pimienta dulce sobre la cara superior del queso, tienen su origen en la mitología griega, concretamente en el mito de Amaltea, que personalmente me parece una historia tan bonita, que no puedo resistirme a contarla; Con el fin de no ser devorado por su padre Cronos, Zeus fue puesto a salvo por su madre Rea, en el Monte Ida. Allí fue confiado al cuidado de la ninfa, Amaltea, quien le dio su buena leche de cabra que amamantó al dios infante en una cueva de Creta. Así alimentado, Zeus creció muy rápidamente y adquirió fuerza sin saber cómo controlarla. Un día, midiéndose a su cabra nodriza, le rompió accidentalmente el cuerno con uno de sus rayos. Zeus para hacerse perdonar, tomó el cuerno y le dio poderes mágicos: este cuerno tendría el poder de llenarse de comida cuando se vaciara. Así nació el «Cuerno de la abundancia». A la muerte de la cabra, Zeus honora Amaltea, colocándola en el cielo como la Constelación de Capricornio. De la piel de esta cabra, él recubrió su escudo y la ofreció a Atenea. Este escudo se llamaba: la égida, (el término griego significa ‘piel de cabra’). El nombre “La pelta” y la forma de este queso son tomados de los escudos griegos de la antigüedad. Está adornado con el famoso cuerno de la abundancia, dibujado con pimiento dulce, símbolo de la Cabra Amaltea.
Es un queso de leche cruda y entera de cabra, con una textura y sabores cercanos al famoso Rocamadour cuando se afina, o a menudo cremoso y suave como un Pelardon cuando todavía es blanco. Además de tener un sabor suave, ligeramente caprino, también tiene una textura untuosa, cremosa y lechosa. La corteza es delicada pero, afortunadamente, lo suficientemente fuerte como para contener toda la exuberante maravilla de un queso fácilmente derretible. Dependiendo de su maduración, podemos tener quesos con distintos sabores y texturas. Su maduración más larga le permite desarrollar sabores más pronunciados; Si el queso es Fresco (10 días de maduración): nos ofrece un sabor bastante láctico y el sabor de la finura de la cabra. Si es Cremoso (30 días de maduración): presenta un sabor óptimo con el característico sabor a nuez y corazón de fusión. Por último si el queso es Mantequilla (45 días de maduración): ligeramente seco, el sabor de la cabra se acentúa y su corazón se fusiona con la corteza. El queso se comercializa en formato redondo plano con un peso de 230g. Es muy importante servir siempre todos los quesos a temperatura ambiente y en este concretamente es imprescindible, si quiere saborear toda su fragancia de matices. Su cremosidad y su sabor de avellana junto con su curiosa apariencia harán el deleite de sus invitados en una tabla de quesos. Es ideal para extender sobre pan crujiente, y acompañarlo con higos y frutos secos (almendras, nueces). También puede enriquecer sopas, salsas y ensaladas a las que aporta un sabor nuevo e interesante. Acompañado con un vino tinto afrutado y robusto, preferiblemente un Cahors, por ejemplo.