La Faya
La Faya Biológicos del Noroeste, en Zamora, produce unos excelentes quesos y también corderos ecológicos. Creada recientemente, en el año 2006 obtuvo el I Premio Ecocultura en la categoría de Mejor productor de Castilla y León.
El queso es el resultado de la unión y la iniciativa de dos productores y ganaderos de la zona: Alonso Santos de Pedro, criador de ovejas churras y productor de carne y queso artesanal, y Javier Álvarez, ganadero que contaba con un rebaño de ovejas castellanas. Ambos decidieron unir sus explotaciones, mejorar sus instalaciones y crear una quesería más grande, adaptándose al mismo tiempo a los principios de la agricultura y ganadería ecológicas. A la iniciativa también se sumó Carlos Palacios, un veterinario de la zona, que les ayudó con la adecuación al reglamento ecológico.
El queso se elabora con leche cruda de ovejas churras, que pastan libremente por los impresionantes paisajes del Parque Natural de Arribes de Duero, comarca que comparten las provincias de Salamanca y Zamora, además de su parte portuguesa, divididas ( y unidas, por tanto) por ese gran fluir de agua que es el Duero. Esta comarca, denominada genéricamente “Las Arribes” posee una belleza única, debida a los parajes que nos sorprenden junto a la hendidura que provoca el cauce del rio en la tierra.
El queso la Faya es suave y delicado, pero con un sabor potente y agradable. Es un queso de pasta dura, que a corte presenta múltiples ojos pequeños, homogéneamente distribuidos, lo que da fe de la calidad del producto. Su color es pálido y su aroma delicado aunque intenso, como buen queso de oveja que es.
El queso pesa alrededor de medio kilo ( 500g ), y viene envasado al vacío.
Se puede presentar en pequeñas cuñas o en cubos que nos permitan apreciar su sabor poco a poco, con calma. Aseguraos de utilizar un buen cuchillo, y de realizar el corte a temperatura ambiente, para que así sea más difícil que el queso se desmigaje. Podéis acompañarlo de una mermelada de frutos rojos, que le acentuará el sabor, o bien un poco de miel de flores o de tomillo. Y, como no, con un buen vino tinto de uva rufete, como un Gran Tiriñuelo, Zamayón Osiris o un blanco verdejo como el Alma de Tiriñuelo.