Gorgonzola
Existen muchas leyendas sobre el origen de este estupendo queso de Lombardía, aunque hasta principios del siglo XX era conocido como stracchino o stracchino verde –un queso elaborado con leche de las vacas fatigadas tras el largo camino de ida y vuelta a los pastos alpinos, en primavera y otoño.
Al aumentar su popularidad, se hizo necesaria una denominación más precisa y se optó por Gorgonzola, uno de los muchos pueblos que lo producían. Actualmente, este queso con (DOP) se elabora en grandes fábricas situadas en el noreste de Italia.
Se produce en tambores de entre 6 y 13 kg. Posee una costra gruesa y rugosa de color gris rojizo con algunas manchas polvorientas. La pasta es de color blanco o amarillo claro, con abundantes vetas de color azul verdoso. Su textura es bastante cremosa; más húmeda que la del Stilton y más mantecosa que la del Roquefort.
De sabor sazonado y especiado, con un toque a madera enmohecida y setas, su mordacidad ataca suavemente a la lengua. Su aroma es quizás más fuerte que su sabor, y la corteza lavada emana un olor casi alcohólico. Debemos evitar los quesos de aroma agrio o amargo, o con un color marrón.
Puede servirse con pan italiano, aceitunas negras y «radicchio», o desmenuzado sobre ensaladas mixtas, con nueces. El Gorgonzola constituye en excelente plato por si solo, acompañado de «crackers». En Milán, se utiliza como relleno de peras o para preparar salsas para pasta aromatizada con salvia y ajo. Es ideal en sopas, patatas asadas, salsas para verduras y rellenos. Mezclado con espinacas es un relleno excelente para crepés.