Cléron es un pequeño pueblo situado en la región de Franco-Condado al este de Francia, es aquí, en una quesería artesanal donde se elabora este queso que apadrina, madura y comercializa el conocido quesero Jean Perrin, autor del famoso L’Edel de Cleron.
Se trata de un queso de leche pasteurizada de vaca, fabricado en un estilo similar al suizo Vacherin Mont d’Or, o a su paisano Vacherin du Haut-Doubs.
Su corteza está cubierta de moho blanco que va derivando a dorado con el tiempo, la pasta tiene una textura suave y cremosa, que regularmente rezuma del centro -de ahí la necesidad de la caja-. El queso Clarines se comercializa en un pequeño formato de aproximadamente 250g. empacado en una caja de madera. Que tradicionalmente se sirve y se come dentro de la misma caja mediante una cuchara para poder degustar un interior tan cremoso que es casi liquido.
A diferencia de su primo L’Edel de Cleron, el Clarines no tiene la corteza aromática de abedul que envuelve el queso, por lo que tiene un aroma más delicado, aunque delicado es un término relativo aquí. De sabor a mantequilla y aroma de trufa blanca.
Este es uno de los quesos donde es más importante comerlos a temperatura ambiente, preferentemente 20 a 22 grados. Más fresco, la textura será demasiado firme y el aroma será inapreciable. Si lo consume a la temperatura adecuada, la recompensa será la de un queso de aroma lechoso, sabor florecido y picante. Al cortar la tapa superior aparecerá una increíblemente y sabrosa masa licuada que difícilmente podrá dejar sin terminarla toda.
Para acompañar con una crujiente baguette francesa, palitos de pan o similares para poner un toque fresco puede ir bien intercalar una manzana, regado con un Cava Brut Nature.