Bonnechere
El Bonnechere es un queso artesanal único en su tipo. Elaborado por James Keith, propietario de la Back Forty Artisan Cheese, quesería ubicada en una granja en la aldea de Mississippi Station, Ontario, Canadá.
En el año 2005 Keith tuvo una idea: ¿Qué pasaría si quemará una rueda de queso?. Su objetivo era crear un queso con una corteza exterior tostada – el reto era como hacerlo sin que el interior del queso se derrita durante el proceso. Después de algunos ensayos y algunos errores el Sr. Keith afinó su técnica: Sentaba el queso en un gran bloque de hielo mientras se utiliza un soplete para tostar por un lado.
Esta innovadora idea se convertiría en el Bonnechere, un queso de leche cruda de oveja, semiduro, corteza tostada, ligeramente cocido y prensado. La leche que es de un rebaño propio de ovejas de la lechería, es estacional, solo se produce en verano.
El nombre del queso procede del accidentado río Bonnechere y las misteriosas cuevas Bonnechere que son lugares muy singulares del valle de Ottawa.
Una característica distintiva del Bonnechere es la llamativa corteza que se tuesta sobre una llama abierta antes del envejecimiento que le da un hermoso color de castaña tostada con una grabado motivado por las esteras de drenaje que se usan durante el inusual segundo prensado, hecho después de que el queso ha sido ya prensado. Al prensar el queso por segunda vez, este expulsa más suero y le da la pasta una textura firme y densa, además de un aspecto único de un disco aplanado.
El Bonnechere presenta una pasta interior de color marfil un sabor suave pero complejo: Es fuerte y picante, con un toque de sal y un buen equilibrio de dulzura. El quemado a mano de la corteza proporciona aromas ahumados y imparte en el interior del queso una deliciosa esencia a caramelo. A medida que envejece, estas características acentúan el sabor fuerte y picante, dulce y con sabor a fruta del queso.
La textura es flexible, como un Gouda, lo que da como resultado una elasticidad agradable en la boca.
El Bonnechere está bien por sí mismo y no necesita de galletas o pan para complementarlo. Una cerveza negra es un acompañamiento perfecto o bien un vaso de vino tinto afrutado.