Blu di Bagnoli

Alberto Marcomini, un gran experto en quesos italianos, decidió elaborar un queso de cabra en el norte de Italia utilizando, como ingrediente, el vino Friularo Passito del Dominio di Bagnoli.
El Blu di Bagnoli, es un queso azul de cabra fermentado con cuajo con una característica muy particular: los nobles mohos veteados que se obtienen «inoculando» Penicillium roqueforti durante la fase de elaboración; Luego, la rueda se envuelve delicadamente en una gasa de algodón empapada en vino Friularo Passito di Bagnoli, un vino veneciano, y finalmente la rueda se espolvorea con bayas liofilizadas y flores de malva.
El vino Friularo Passito del Dominio di Bagnoli es un vino tinto rubí, un tinto de sabor dulzón tendente a dulce, elaborado con un 90% de Raboso del Piave y el 10% restante de otras variedades de uva tinta, aptas para el cultivo en la provincia de Padua.
El azul se madura durante seis días y luego se comercializa: es un queso fresco.
Las levaduras del vino, cuando se asocian a la fermentación de la lactosa producida por la enzima lactasa presente en las bacterias lácticas, generan sabores muy fuertes que difícilmente pueden ser tolerados por el consumidor medio.
Por tanto, es aconsejable consumirlo a los pocos días de finalizar la maduración.
El resultado es un queso excepcional, de sabor intenso pero equilibrio poco común, que combina perfectamente con los frutos del bosque.
El Blu di Bagnoli no es apto para cocinar, pero es perfecto para combinar con ingredientes particulares que no se suelen consumir con los quesos.
Un queso que marida con avellanas, miel, frutos rojos y chocolate. A partir de esto preparé un pan de avellanas y miel, sobre el que coloqué una rebanada de Blu di Bagnoli, con frutos rojos y semillas de granada y una oblea de chocolate amargo. También son extraordinarios y poco frecuentes, en mi opinión, los acompañamientos que puedes usar con este queso, como una compota de pera con jengibre o con miel de madroño.
La presencia de veteado confiere a Blu di Bagnoli características que sugieren el maridaje con vinos dulces, passitos, varietales e incluso licorosos: desde Sauternes hasta Porto Vintage, desde Passito di Pantelleria hasta Recioto di Soave y Picolit, hasta los dulces Marsala y Jerez, el panorama es muy amplio y tentador y hace que la elección sea un verdadero placer.