Barrilete
Este queso lo elabora Quesos La Pardina en, Zaragoza. La Pardina empieza su actividad en 1989, de la mano de una explotación agrícola y ganadera familiar.
Como valor añadido de la ganadería, se genera una pequeña quesería, en la cual se recupera del olvido, un queso de vaca, el denominado Queso de los Valles de Hecho y Ansó; catalogado en los cien mejores quesos de España, cuya elaboración se había perdido en Aragón. Dado el éxito obtenido en la comercialización de sus productos y siendo su primer mercado Aragón, se traslada la quesería a las huertas del zaragozano barrio de Santa Isabel. En el año 2002, el Gobierno de Aragón concede a Quesos La Pardina, la calificación artesanal y la maestría a dos de sus queseros. La Pardina sigue creciendo y se plantea un nuevo proyecto: la construcción de unas nuevas instalaciones. En un magnífico paraje de treinta mil metros cuadrados de las huertas de Santa Isabel, presidido por las torres del Pilar, se asienta una moderna quesería. En esta finca se establece una ganadería de caprino, con quinientas cabezas y una escuela de sensibilización agroalimentaria, visitada anualmente por más de seis mil quinientos escolares de todo Aragón. Con estas nuevas instalaciones, La Pardina da el salto al mercado nacional, de la mano de Grandes Superficies, distribuidores de Horeca; y a la exportación de sus productos estrella: «Patacabra» y «Aragonés», siendo su principal mercado el de Estados Unidos. El Barrilete es un queso de leche pasteurizada de cabras de la raza murciano-granadina, y coagulación enzimática, queso tierno, de corta a media curación, de pasta prensada, no cocida, elaborado con leche pasteurizada de cabra. El interior es abierto, con cavidades pequeñas pero irregulares, repartidas heterogéneamente por el corte. La corteza está tratada con una pintura apta para el uso alimentario, aun que en la etiqueta se advierte que no es comestible, más que nada por no alterar el sabor. Se trata de un queso bien equilibrado, de sabor franco, entrada intensa, sin llegar a ser «fuerte», está lleno de matices; unas notas lácticas y levemente ácidas al principio van dando paso a los sabores que nos evoca a frutos secos, hasta dejarnos en la boca un postgusto intenso y persistente a leche fresca y limpia, que deja sensaciones a miel y flores finales. Su textura es compacta y semiblanda. El nombre del queso está motivado por su forma de pequeño barril de 400 gramos aproximadamente. Es ideal combinarlo con mermeladas dulces o ácidas, con frutos secos (especialmente con los tostados), cortado en láminas finas en la ensalada, con fruta fresca como fresas, frutos rojos… o bien disfrutarlo solo. Como el resto de quesos, recomiendo consumirlo a temperatura ambiente porque el frío esconde gran parte de sus aromas y sabores. Lo acompañaremos de un vino tinto con cuerpo.