Animaletti di provola
Es un producto tradicional de la provincia de Catanzaro, cuya originalidad está demostrada por citas surgidas en textos antiguos de la cocina y la historia calabresa.
Pequeñas obras maestras del arte lácteo calabrés. Los cerditos, los caballitos, las cabritas y las ovejas solían alegrar los puestos de las ferias y mercados de los pueblos y eran los regalos que los adultos compraban para los más pequeños de la familia para la ocasión. Producto agroalimentario tradicional (PAT), los Animaletti di provola son quesos de pasta hilada típicos de algunas zonas de Calabria, siendo la zona de producción el municipio de Marcellinara, en la provincia de Catanzaro, extendida también a otras zonas de Lametino.
Se producen todo el año por encargo a partir de leche pasteurizada de vaca de razas mixtas, procedentes de ganado alimentado en pastos naturales extensivos, complementados con piensos. Se fabrican a mano con forma de pequeños animales de unos 35 gramos de peso, normalmente con la forma de un caballo medieval con armadura, o de un caballo más grande con un jinete encima, pero no es difícil encontrar otras formas de animales.
El Animaletti di provola no tiene corteza, (la superficie expuesta al aire simplemente se seca) y presenta un aspecto exterior liso, seco, ligeramente untuoso de color amarillo pajizo. La pasta es de color amarillo pajizo claro, con la textura compacta, bastante elástica, dura y poco soluble.
En boca la sensación más evidente es la salada y el aroma a láctico cocido es intenso.
La elaboración del queso provola se realiza de forma manual, partiendo de la leche entera de vaca, se dan las formas a los animalitos, luego se enfría la pasta y se sala abundantemente en salmuera durante unas horas, después de lo cual estos quesos se pueden consumir aunque, por lo general, se dejan madurar durante 4-5 días en un ambiente fresco y aireado. Rara vez se lleva a cabo la maduración, que, si se utiliza, no dura más de 2 semanas.
Tradicionalmente, los diversos animales embellecen las exposiciones y ferias de la gastronomía calabresa en Italia y en el extranjero. Es casi una pena comerlos, pero tradicionalmente siguen siendo un alimento calabrés sabroso y artístico.
Se consumen solos o combinados con miel de madroño o mermelada de mandarina; prefieren un vino tinto de estructura media.