Adarré
Rodolphe Le Meunier, es uno de los más respetados “affineurs” de Francia, que descubre joyas poco conocidas en rincones ocultos de Francia y madura quesos jóvenes elaborados por otros. Algunos de los quesos de su línea de productos son exclusivos de él, como esta rueda crujiente de los Pirineos.
Heredó el gusto por el queso al nacer en una familia de queseros. Su abuela era criadora de cabras y confeccionaba quesos, su padre tomó el relevo, y ahora es él en colaboración con su hermana Caroline quienes dirigen este negocio “Les Fromages du Moulin” transmitido de generación en generación.
Nombrado “Meilleur Ouvrier de France” (MOF) (Mejor Artesano de Francia) y Mejor Quesero Internacional en 2007, Rodolphe Le Meunier es reconocido por su talento y su exigencia de calidad tanto en Francia como en el extranjero. Sus quesos se distribuyen en las mejores tiendas de comestibles y los mejores restaurantes de todo el mundo.
Este queso cuando aún es joven, lo trasladan a las instalaciones de Le Meunier, cerca de Tours, donde cuidan de su envejecimiento y termina su proceso hasta que llega el momento de ponerlo al mercado.
El Adarré es una rueda de leche pasteurizada mixta -parte de cabra y parte de oveja- con el mismo formato que el clásico queso de oveja vasco, el Ossau-Iraty. Piense en él como un Ossau-Iraty con algo de leche de cabra añadida y se hará una idea. Es un queso sabor a nuez, cremoso, denso e intenso, con una corteza rústica y crujiente que se escama.
Este queso lo tiene todo, tiene esa intensidad salvaje y fuerte que dice: «Soy un gran queso y te voy a encantar». Tiene la acidez de la leche de cabra, la salinidad de la leche de oveja, esa la perfecta combinación de sabores.
El Adarré, que lleva el nombre de una montaña en el País Vasco, «Mont Adarré (586 m)» cercana a la quesería donde se produce, se madura durante unos siete meses, tiempo suficiente para desarrollar una textura que se funde perfectamente en la lengua, mostrando unos delicados cristales de tirosina que se han desarrollado a medida que el queso envejecía. Sus aromas son frescos y afrutados con notas nuez tostada y caramelo de cabra y un sabor profundamente sabroso y duradero. Es más cremoso que el Ossau-Iraty y más dulce. Habría apostado que se elaboraba con leche cruda, y me habría equivocado.
Sírvalo como los vascos sirven el Ossau-Iraty, con mermeladas de cerezas ácidas. En cuanto al vino, yo sugeriría un blanco rico, un tinto de intensidad media o, mi preferencia, un jerez oloroso seco o apenas dulce.
Fuentes consultadas: Janet Fletcher
Me encanta este queso, es una pasada..